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Zona de desastre, Opinión Carolina Castellanos

Quisiera que el título de este artículo se refiriera solamente a las carreteras dañadas. Van pasando las semanas, los meses, y no vemos trabajos de reparación. De pronto, hay camiones y trabajadores, pero el desastre continúa. Diversas organizaciones han dado algunas cifras de las pérdidas que esto ha ocasionado. Estoy segura de que cualquier número se queda corto, pues hay que sumar lo que tantos pequeños comerciantes y agricultores han dejado de vender. 

El desastre aumenta al escuchar las promesas y ofrecimientos de resolver la situación. Hemos visto algunas fotos de camiones, pero no un compromiso, acompañado de planes serios y ejecuciones eficientes de estos. 

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Ojalá y la zona de desastre se limitara a la infraestructura vial. Lamentablemente, no es así. Se extiende a lo largo y ancho del aparato gubernamental. Cuando la cabeza no funciona, el resto del cuerpo tampoco. 

Así las cosas, el sistema de salud no cuenta con los insumos necesarios para salvar vidas y aliviar dolencias y enfermedades. El sistema educativo continúa con las deficiencias de siempre y no hay esperanzas de que mejore. 

Salud, educación, infraestructura… todo sostenido en promesas incumplidas, planes que no se ejecutan y millones de quetzales depositados en cuentas particulares. 

Mientras tanto, el show continúa, pues es fundamental mantener la imagen de ejecución y eficiencia. Sumado a todo, tenemos la ideología destructiva de izquierda que pregonan quienes dicen estar dirigiendo nuestro destino. El resultado: un presupuesto gigantesco que no será ejecutado, pero que ya dejó a nuestra Guate endeudada “hasta los huesos”. 

Quiero escribir algo positivo: los chapines somos resilientes pero, sobre todo, trabajadores incansables. Nos toca duplicar esfuerzos para vivir con dignidad, ayudar a quienes nos necesitan y, por sobre todo, defender nuestra vida en libertad. A pesar de todo y en medio de la adversidad, “hacia atrás, ni para agarrar aviada”

Carolina Castellanos