Los vecinos del reparto La Rosita en San Miguel del Padrón, un municipio ubicado en la periferia de La Habana, se lanzaron a la calle tras más de dos semanas sin servicio de agua potable.
“La gente del Gobierno llegó al lugar”, cuenta Ayala. “Nos trajeron pipas de agua, gracias a Dios, porque hace más de 17 días que no teníamos”. Hasta hoy nadie ha solucionado el problema de raíz: cuando se acabe el agua que el Gobierno mandó para aplacar la protesta en la vía pública, volverá a escasear el agua para tomar, cocinar, lavar la ropa o bañarse. “¿Qué haremos si eso pasa? Pues lo mismo que hicimos”, dice Ayala. “Salir otra vez para la calle”.
La crisis del agua en Cuba no comenzó ayer, pero evidentemente el deterioro del país, la imposibilidad de brindar mantenimiento a las tuberías y la escasez de combustible han agudizado el problema, ya que el sector hidráulico es el segundo mayor consumidor de energía eléctrica en el país.
Un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) sobre derechos sociales en Cuba asegura que en realidad son muchas más las personas que viven sin acceso a agua potable en el país.