Home OPINION Trump y su regreso a la Casa Blanca, opinión de Melanie Mullers

Trump y su regreso a la Casa Blanca, opinión de Melanie Mullers

La segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca promete ser, en muchos sentidos, un viaje hacia territorios inexplorados, literal y figurativamente. Entre propuestas económicas arriesgadas y una visión internacional que revive ideas de expansionismo territorial, surge la pregunta: ¿Qué tan lejos puede llegar esta estrategia sin que Estados Unidos pague un precio elevado?

Desde la arrolladora victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024, los mercados financieros de Estados Unidos respondieron con euforia, alcanzando nuevos máximos históricos. Sin embargo, detrás del entusiasmo inicial se esconde una creciente inquietud. Trump anunció políticas económicas como la imposición de aranceles del 60 % a productos de China, medidas que podrían disparar la inflación, complicar las cadenas de suministro y afectar directamente el bolsillo de los inversores minoristas que lo respaldaron en las urnas.

Estas propuestas no solo amenazan con fragmentar relaciones comerciales clave, sino que también ponen en jaque la estabilidad interna. Una economía inflacionaria forzará a la Reserva Federal a mantener tasas de interés altas, golpeando tanto a las empresas como a los consumidores. Además, el nacionalismo económico de Trump, que incluye presionar a Canadá y México con tarifas y sanciones, podría erosionar alianzas fundamentales en la región y fomentar otras nuevas.

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Los grandes inversores, por ahora, observan con cautela. Aunque confían en que Trump moderará su discurso proteccionista una vez en el poder, la pregunta clave es si podrá encontrar un equilibrio entre cumplir con sus promesas de campaña populistas y mantener la confianza de Wall Street.

Si las políticas económicas generan preocupación, el resurgimiento del expansionismo territorial desató alarmas en todo el mundo. Trump no solo planteó la anexión de Groenlandia, sino también el control del canal de Panamá, sugiriendo que estos movimientos podrían llevarse a cabo “Por la fuerza si fuera necesario”. Estas declaraciones, que evocan una época en la que Estados Unidos expandía su territorio sin complejos, han puesto a prueba la amistad de aliados tradicionales y han generado tensiones con potencias rivales.

Trump tiene la oportunidad de consolidar a Estados Unidos como líder global, pero para ello deberá evitar el aislamiento económico y las posibles confrontaciones.

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Groenlandia, rica en minerales estratégicos y ubicada en un punto geopolítico clave en el Ártico, representa para Trump una joya estratégica que Estados Unidos no puede ignorar. Sin embargo, Dinamarca, que administra la isla, ha rechazado rotundamente cualquier intento de adquisición, calificándolo como una violación del derecho internacional.

El caso del canal de Panamá es igualmente polémico. Aunque construido originalmente por Estados Unidos, el canal es administrado por Panamá desde 1999 y es un símbolo de soberanía para el país. Recuperarlo bajo pretextos estratégicos o comerciales sería percibido como una intervención agresiva que podría desestabilizar América Latina.

Trump justificó estas políticas en términos de “Recuperar la grandeza” de Estados Unidos, pero sus movimientos expansionistas y económicos se perciben como de alto riesgo. Rusia y China, rivales directos, consideran estas propuestas como amenazas a su influencia global, mientras que aliados europeos temen que Trump esté dispuesto a romper las reglas en el tablero del orden mundial establecido. Las políticas inflacionarias y los conflictos internacionales no solo afectarían a los grandes actores financieros, sino también a millones de ciudadanos comunes que confiaron en Trump como un defensor de sus intereses.

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La segunda presidencia de Donald Trump plantea una pregunta fundamental: ¿Puede Estados Unidos avanzar hacia una nueva era de poder sin desmoronarse en el proceso? Los mercados y la comunidad internacional parecen haber trazado “Líneas rojas”, pero Trump, fiel a su estilo, se muestra dispuesto a desafiarlas.

Si algo es claro, es que el equilibrio entre ambición y pragmatismo será crucial. Trump tiene la oportunidad de consolidar a Estados Unidos como líder global, pero para ello deberá evitar el aislamiento económico y las posibles confrontaciones.