Hay muchísimas respuestas a esta pregunta. Para muchos será el sustento diario, propio y para su familia. Eso implica tener un trabajo, oficio o actividad que se los permita. Aunque sea precario y muy limitado, la familia podrá subsistir. Con buena voluntad y un poquitito más de ingresos, podrán enviar a sus hijos a las escuelas.
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Los progenitores, si es que hay dos, trabajarán o tendrán un oficio que les permita obtener esos recursos, alimentos básicos y alguna cosa más que requieran.
Para otro sector de la población, que cuenta con más recursos económicos, la importancia será brindar la mejor educación que su presupuesto les permita, tener acceso a una mejor alimentación y, quién sabe, un viaje dentro o fuera del país.
Este relato no pretende resaltar las diferencias económicas entre un sector socioeconómico y otro. Pretende acabar con esas luchas sociales que están drenando la convivencia pacífica y, aún más, el progreso como país. Las autoridades actuales están enfocadas en implementar la fracasada ideología “progresista”, para demostrarles a sus congéneres si se puede vivir en las garras del socialismo.
Habiendo tanto que resolver, el enfoque es ideológico. Se suma la insaciable necesidad de controlarlo todo y de inaugurar un puesto de salud para demostrar que ese fracasado sistema sí funciona.
El otro enfoque es sacar a la señora fiscal general, pues no es una piedra en el zapato, sino una montaña en el camino. El berrinche y la mala educación, manifestadas abiertamente en el Congreso con la irreverente acción del “patojo” inflado de poder y carente de educación, hacen que este apenas primer año haya sido un fracaso absoluto.
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¿Es todo esto lo que importa? ¿Son esos titulares —más que necesarios— lo que debe prevalecer? Claro que no, pues Guatemala merece mucho más. Somos trabajadores y luchadores. Hemos sobrevivido golpes de Estado, desastres naturales, y un inepto tras otro a todo nivel que asume el cargo para destruir, excepto su metro cuadrado.
Los chapines somos aguantadores, trabajadores y luchadores. Hoy, no mañana, nos toca pronunciarnos en contra de tanto abuso, desastre y, sobre todo, la incapacidad e incompetencia del gobernante y su séquito de inútiles.
Las redes sociales son nuestro mejor aliado, pues los medios de comunicación no logran cubrirlo todo.
Nosotros somos los mandantes. Nos toca demostrar que sí lo somos
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