En su ambición de liderar la competencia global por recursos estratégicos, China está avanzando hacia las profundidades del océano con proyectos como el vehículo “Kaituo 2”, diseñado para operar a 6000 metros bajo el agua. El tema plantea dudas sobre hasta dónde puede llegar el régimen de Xi Jinping en su búsqueda de minerales como níquel o cobalto
La expansión del comunismo chino no tiene límites. Durante los últimos años ha sido noticia cómo en búsqueda de convertirse en la primera potencia mundial y de conseguir recursos naturales útiles para elevar su competitividad estratégica, el régimen de Xi Jinping ha venido impulsando proyectos que incluyen exploraciones en la Luna o excavaciones al centro de la Tierra. Pero el mar tampoco escapa de sus tentáculos.
El gigante asiático practica desde principios de la década de 2000 minería en los fondos marinos para extraer recursos de las profundidades del océano como níquel, manganeso y cobalto, esenciales para sus ambiciosos proyectos tecnológicos. Para llegar a lugares aún más recónditos, el régimen puso a prueba en julio de este año un prototipo de vehículo llamado “Kaituo 2”, diseñado para operar a una profundidad máxima de 6000 metros, lo que según sus creadores abriría la puerta a todo el fondo oceánico del Mar de China Meridional.
Con todos estos avances y la ambición de Pekín, el fondo del océano “se perfila como el próximo campo de batalla de la competencia por los recursos”, señala el South China Morning Post, disponibles en suelos marinos de todo el mundo. Si bien el medio habla de la necesidad de tener “aliados” que le faciliten a China la minería en océanos, el tema tiene otra cara: el expansionismo chino es conocido por la depredación de territorios foráneos para satisfacer sus demandas. Prueba de eso es la pesca ilegal ampliamente registrada por organizaciones tanto en el océano Pacífico como en el Atlántico, afectando la biodiversidad en lugares como las Islas Galápagos.
Objetivos de China detrás de la minería en océanos
Mientras catedráticos hablan de la necesidad de crear alianzas para “mejorar el intercambio científico y la innovación tecnológica entre países como Rusia, Corea del Sur, Japón e India”, la realidad es que China “está ansiosa por explotar el fondo del océano”, tal como cita The Economist, porque en el fondo del océano “se encuentran billones de trozos de níquel, cobre, cobalto y manganeso”.
El problema radica en que la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), un organismo de la ONU, “todavía está tratando de determinar cómo se debería regular la minería” mientras que a lo largo de los años le ha otorgado múltiples contratos de exploración al gigante asiático. Tampoco se descarta que el interés del régimen de Xi Jinping termine enfocándose en la explotación de suelos en aguas profundas de América Latina, donde tiene estrechas amistades como la dictadura cubana, la venezolana y el gobierno de Perú, dirigido por Dina Boluarte, y donde casualmente una millonaria inversión china permitió hace pocos días la inauguración del puerto más grande de la región.
¿Terminará siendo la minería de océanos otro tema lleno de vacíos legales como la pesca ilegal? El tiempo lo dirá a medida que Pekín desarrolle mayores capacidades tecnológicas en este sentido. Para el Proyecto de Seguridad Estadounidense (ASP), organización no partidista de EE. UU., la minería de aguas profundas (DSM, por sus siglas en inglés), cumple dos objetivos para China. En primer lugar, Estados Unidos y el resto del mundo “se volverán cada vez más dependientes del suministro chino de minerales críticos, lo que representa un posible riesgo para la seguridad energética, la tecnología y los océanos futuros”. En segundo lugar, el uso de cobalto y otros elementos de tierras raras “también es fundamental para la fabricación de material de defensa”.
De por sí, el gigante asiático domina casi 90 % de las tecnologías críticas existentes en el mundo, incluyendo las clasificadas recientemente como de alto riesgo. Ahí aparece la doble preocupación por este proyecto chino en los océanos.
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