Esta frase fue expresada por el entonces viceministro de Comunicaciones, Mariano Díaz. Agregó: “pero qué difícil es comer cuando no hay carreteras”. Esto fue en marzo de 2021. Recuerdo que esa frase generó todo tipo de comentarios y reacciones, a favor y en contra.
Estamos nuevamente en la misma coyuntura. Este gobierno parece que se ha tomado en serio el que las carreteras no se comen, así que no les ponen atención. Es más importante quedar bien con la “comunidad internacional”, pues recibe aplausos y, consecuentemente, dinero para continuar “el desarrollo” de Guatemala.
Quisiera que las carreteras se pudieran comer. Están tan destruidas que resulta fácil tomar un pedazo, llevarlo a casa, rancho u otro, y disfrutar de una “sana” alimentación. Lamentablemente, esto no es posible, pero reparar las carreteras dañadas sí lo es.
Las consecuencias económicas positivas y beneficiosas al reparar una carretera son ilimitadas. Por supuesto, desarrollar una red vial de alto nivel para que no se destruyan con el primer aguacero también es beneficioso, en extremo.
Todos estamos padeciendo con el incremento de precios en los productos y servicios. Como suele ser, inevitablemente, los agricultores, las industrias y prácticamente toda la actividad económica, se ve afectada de una y otra forma. Todo se traduce en inflación.
Este gobierno, con su ideología de izquierda, pregona la defensa de los pobres. Regala dinero, abono y lo que sea, para “demostrar” que está ayudando a los más necesitados. Cada quetzal gastado en soluciones temporales es una pérdida para el país.
Las carreteras no se comen. Tampoco las promesas, los discursos, los viajes ni nada. Un nivel de vida digno para todos se logra con inversión, sí, en carreteras, pero también en servicios de salud dignos, en facilidades para vender lo que sea (productos y servicios), dentro y fuera de Guatemala. ¡Ya no más promesas ni palos de ciego por la ilimitada ineptitud, la desidia y el compadrazgo con quienes, por su ideología de izquierda y sus intereses personales!
