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Guerra de narrativas, opinión de Carolina Castellanos

En este panorama, la verdad resulta ser la mayor víctima del desorden

Leí este concepto, no recuerdo dónde, pero me pareció que describe con exactitud lo que está sucediendo en el mundo ahora. Guatemala, por mucho, no es la excepción, dado que aquí el chisme ha sido el deporte favorito, más allá del “fut”. Aquí estamos todos; me atrevería a decir “sin excepción”.

Prácticamente todo en este mundo tiene más de una arista. El surgimiento de internet, las redes sociales y de tantos programas y herramientas de comunicación, no son la excepción. Por el contrario, han facilitado la cercanía con personas lejanas y así como las cercanas. También han permitido y facilitado el aprendizaje de casi cualquier cosa, sean descubrimientos, sucesos, idiomas, noticias y, por supuesto, opiniones.

Yo soy libertaria, “hasta el copete”, como decimos en buen chapín. El serlo conlleva una gran responsabilidad, que es asumir las consecuencias, positivas y negativas, de cualquier cosa que haga o deje de hacer, diga, escriba, etc.

Por el contrario, el libertinaje se ha hecho presente, pues leemos diversidad de opiniones, críticas y hasta acusaciones, de forma anónima para evadir las consecuencias y responsabilidades que una falacia pueda acarrear. En este desordenado país, estamos ávidos de enterarnos de prácticamente todo, especialmente cuando se trata de temas políticos, pues afectarán nuestra vida y libertad, de alguna forma.

En este panorama, la verdad resulta ser la mayor víctima del desorden. A diario circula información de todo tipo. El problema es que, con pocas excepciones, no va acompañada de evidencias que confirmen lo aseverado por alguien. Esto exacerba los ánimos de todos, con las consecuencias que esto trae.

El uso de imágenes y mensajes alarmantes contribuyen significativamente a la guerra de narrativas. Algunas continuarán circulando en el ciberespacio por varios días. Otras, morirán apresuradamente ya sea por falta de emoción, interés o trascendencia.

Creo que la gran mayoría de nosotros queremos vivir en paz. Quienes fomentan esta guerra de narrativas viven del desorden, la incertidumbre y la descalificación. Irremediablemente, quedamos atrapados en esta abundancia de mensajes, señalamientos y descalificaciones.

Todos añoramos paz, pero la verdadera y no esa que firmaron los que aún continúan en guerra, ahora con palabras y apoyados por un sistema de justicia corrupto, una comunidad internacional que los financia y un gobierno que los utiliza para lograr sus oscuros intereses.

Considero que podemos detenernos un minuto (yo me incluyo) antes de enviar alguna de estas narrativas y pensar si estamos apoyando a quienes nos quieren destruir, sea el gobierno, los llamados “chairos” o la comunidad internacional.

La opinión de este artículo es ajena a Noticiero El Vigilante