Sí, lamentablemente es nuestro, como guatemaltecos que somos. No puedo decir que estamos orgullosos de tenerlo ni que estamos felices por todo lo bueno que ha generado para nuestra Guate. Pero sigue siendo nuestro, nos guste o no. Tenemos que vivir con ese lastre, arrastrarlo sobre nuestras, espaldas. Seguimos siendo libres, soberanos e independientes como país, más no como personas individuales, pues tenemos que adaptarnos, someternos o lo que sea, para vivir y trabajar en libertad. Claro está, esta libertad es cada vez más limitada, pues tenemos un gobierno cuya inclinación está claramente orientada a limitar esa libertad.

En su discurso de investidura, el presidente Trump dijo “liberemos a nuestra nación”. No puedo asegurar a qué se refería específicamente. Quiero creer que se refirió a liberarlo de las garras del socialismo que tanto daño hicieron en la presidencia de Joe Biden. Yo grito lo mismo para Guatemala, pero lamentablemente, no creo que ese grito logre cambiar la inclinación ideológica de izquierda de nuestro gobierno actual.
Algo más que dijo el presidente Trump fue que se siente muy orgulloso de Estados Unidos. ¿Podemos decir lo mismo? En mi caso, definitivamente sí. En medio de todo lo que los políticos hacen para “salir de pobres” sin importar las consecuencias, los chapines seguimos trabajando incansablemente para nuestro beneficio y el de nuestra familia.

¿Cómo sería Guate con un gobierno muy pequeño, que se enfoque en proteger nuestra vida, propiedad y libertad? A nuestro gobierno no le importa eso; su enfoque es quedar bien con quien esté moviendo las marionetas detrás de esa enorme burocracia que crece como hongos en invierno, con cada nuevo presidente. Sin duda alguna, las deudas políticas hay que pagarlas.
Ese gobierno de nuestros sueños sería aquel en el que los funcionarios, a todo nivel, se enfocaran en la justicia pronta y cumplida con un sistema moderno, eficiente y ágil. Sería aquel en el que la seguridad física y jurídica son una prioridad; trabajando con eficiencia y compromiso; en defensa del resto de nosotros que queremos vivir en paz, con libertad y confianza en que hay un gobierno que se preocupa por cada uno de nosotros, y no solo en su insaciable deseo de salir de pobre por parte de cada uno que lo conforma (por supuesto que hay excepciones, pocas, pero las hay).

Nuestro gobierno debería ser aquel que olvida las preferencias y los privilegios para cualquier grupo, minoritario o no, al que se le otorguen privilegios de diferente índole. Todos somos iguales ante la ley. Punto.
El gobierno no somos nosotros, pero sí dependemos de este aparato burocrático ineficiente y lento. Eso define a nuestro gobierno. Lamentablemente, no veo la forma de mejorar esto, excepto a través de una drástica y radical reforma legal que implique la reducción de su tamaño. Lo que queda se enfocaría en lo realmente importante: vida, propiedad y libertad de cada guatemalteco.
