Guatemala podría transformar esta crisis en una oportunidad para revitalizar su industria energética, asegurar su independencia en recursos clave y garantizar un futuro más próspero
Perenco no solo es un actor clave en la producción de petróleo, sino que también ha permitido que Guatemala sea el único país autosostenible en Centroamérica en la producción de asfalto. Esta autosuficiencia, lograda gracias a la refinería operada por Perenco en el campo Xan en Petén, ofrece al país una capacidad de construcción de más de 2,500 km de carreteras de doble carril al año sin depender de importaciones. Sin embargo, todo este panorama cambiaría drásticamente si la empresa decidiera cesar sus actividades.
El 90% del asfalto consumido en Guatemala es producido localmente por Perenco. Si la empresa cierra, el país se vería forzado a importar cerca de 700 millones de quetzales de asfalto anualmente, lo que incrementaría los costos de construcción en un 30%.Esta situación afectaría gravemente la capacidad de Guatemala para desarrollar su infraestructura vial, encareciendo proyectos cruciales para el transporte y el acceso a servicios en las zonas más remotas del país.
En 2022, Perenco contribuyó con más de 400 millones de quetzales en ingresos fiscales, a través de regalías, impuestos y otros pagos establecidos en sus contratos. Además, el Estado recibe al menos el 60% de las ganancias generadas por las operaciones petroleras, lo que convierte a Perenco en una fuente vital de recursos para el gobierno y los municipios afectados.
Más de 4,000 empleos directos dependen de las operaciones de la empresa, y la desaparición de estas plazas afectaría principalmente a las regiones de Petén, Alta Verapaz e Izabal. Sin embargo, el impacto sería aún mayor si se consideran los empleos indirectos generados por las 600 pequeñas y medianas empresas que proveen servicios a la industria petrolera. Estas empresas han vendido más de 1,000 millones de quetzales en productos y servicios a Perenco en los últimos tres años.
Perenco opera en áreas sensibles desde el punto de vista ambiental, como el Parque Nacional Laguna del Tigre. Aunque las actividades petroleras ocupan menos del 0.02% de la superficie del parque, su salida podría desestabilizar la ya precaria gobernabilidad de la región. La falta de control estatal ha permitido la expansión de actividades ilegales, como la agricultura y la ganadería, lo que ha acelerado la deforestación en esta reserva natural.
El cierre de Perenco tendría efectos negativos, desde la pérdida de autosuficiencia en la producción de asfalto hasta la desaparición de miles de empleos y proyectos sociales, las consecuencias serían profundas y de largo alcance.
El campo Xan, que representa el 80% de la producción de petróleo del país en 2024, dejaría de operar, lo que paralizaría la industria debido a la falta de volumen de crudo. Esto significaría que se dejarían de producir 14 millones de barriles de petróleo en los próximos años, lo que afectaría negativamente la capacidad de Guatemala para atraer nuevas inversiones en el sector.
Sin nuevas inversiones, proyectos prometedores como la exploración de gas en Hillbank, que podría generar energía eléctrica por 15 años, podrían quedar en el olvido. Además, la infraestructura clave, como el oleoducto de 500 km que conecta el campo Xan con la terminal de exportación, quedaría sin uso, lo que generaría pérdidas adicionales para el Estado y los municipios por donde pasa.
A pesar de este sombrío panorama, el cierre de Perenco podría convertirse en una oportunidad si se implementan reformas en la Ley de Hidrocarburos. Con una legislación más favorable, Guatemala podría atraer nuevas inversiones que permitan revitalizar la industria y mantener la autosuficiencia en la producción de asfalto. Esto generaría aproximadamente 300 millones de quetzales anuales en ingresos para el Estado, garantizaría 4,000 empleos directos e indirectos y mantendría el suministro de asfalto para las necesidades de infraestructura del país.
El cierre de Perenco tendría efectos negativos, desde la pérdida de autosuficiencia en la producción de asfalto hasta la desaparición de miles de empleos y proyectos sociales, las consecuencias serían profundas y de largo alcance. Sin embargo, con una reforma adecuada en la legislación de hidrocarburos, Guatemala podría transformar esta crisis en una oportunidad para revitalizar su industria energética, asegurar su independencia en recursos clave y garantizar un futuro más próspero.
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