El documental revela una insana relación entre partidos políticos y jueces en Suiza.
Al finalizar el documental producido por Naranja Media sobre la vida de Erwin Sperisen, un profundo sentimiento de compasión volvió a invadirme. Más allá del exjefe de la Policía Nacional Civil condenado a cadena perpetua y confinado durante 11 largos años en una celda oscura y estrecha, lo que emerge es la historia de un hombre en una lucha incansable por su vida y dignidad, marcado por la pérdida de tiempos irreparables con su familia.
Tres juicios precedieron a su sentencia final. En el último, la condena fue conmutada a 15 años de prisión por complicidad en asesinato, vinculada a los eventos de 2006. Sin embargo, Sperisen apeló al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual concluyó que hubo una falta de imparcialidad en el proceso, violando el Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos.
Este documental está impecablemente producido. Combina una meticulosa investigación histórica con una línea narrativa que profundiza en los procesos judiciales, las limitaciones del sistema y las sorpresas que emergieron en el caso. Las entrevistas a juristas y periodistas suizos, así como a testigos guatemaltecos, revelan una asombrosa trama de injusticias. La figura del fiscal Yves Bertossa y su evidente relación con la ONG Trial, que promovió el juicio, marca el comienzo de un calvario que aún continúa.
Las declaraciones de los juristas suizos son demoledoras: “Es la primera vez en la historia jurídica que se acusa de complicidad a una persona cuando el supuesto cómplice ha sido declarado inocente por un tribunal”. Este contrasentido subraya una violación flagrante de los principios más básicos del debido proceso. Se referían a la absolución de Carlos Vielmann en España y Javier Figueroa en Austria, ambos exfuncionarios involucrados en los mismos hechos.
A medida que se presentan entrevistas con académicos, periodistas y el expresidente Óscar Berger, surge un sentimiento creciente de indignación. Un video tomado durante la toma de Pavón muestra claramente disparos desde dentro de la prisión hacia los agentes de la Policía Nacional, lo cual contradice la versión oficial del fiscal suizo. El tribunal, sin embargo, desestimó la declaración de un renombrado perito internacional, quien aseguró que el video presentado como prueba contra Sperisen había sido manipulado.
Lo acusan ahora de ser cómplice de los que fueron absueltos por tribunales europeos. ¿Alguien entiende?
“Jamás han querido aceptar nuestras pruebas ni escuchar a nuestros testigos. Es un juicio completamente parcial”, denuncia el abogado defensor de Sperisen. “No quieren admitir la vergüenza de una condena internacional por la evidente falta de respeto al debido proceso”.
El documental también presenta a los hijos de Sperisen, quienes confiesan por primera vez la dolorosa experiencia de visitar a su padre en prisión durante más de una década. “Era tan duro que decidimos turnarnos”, admite su hijo mayor. “Comprendimos que, de alguna forma, teníamos que seguir con nuestras vidas”.
Al concluir el documental, queda claro que el sistema judicial suizo adolece de serias vulnerabilidades sistémicas. Los jueces no son apolíticos, pues muchos pertenecen a partidos, lo que da lugar a muy evidentes conflictos de interés. “El fiscal que llevaba mi caso fue abogado de la jueza que ahora lo lidera. Al apelar, el sistema gira en círculos y termina nuevamente en manos de la misma jueza recusada. ¿Si esto no es un conflicto de interés, entonces qué lo es?”, reflexiona Sperisen con impotencia.
Felicito a la productora Naranja Media por este excepcional trabajo documental, y exhortamos a nuestros lectores para que no dejen de ir a verla a los cines que la exhiben.
Nuestra más profunda solidaridad con nuestro compatriota y amigo Erwin Sperisen y su familia, quienes han demostrado una fortaleza admirable frente a la adversidad.
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