Home OPINION El día de los presidentes en Guatemala, Melanie Müllers

El día de los presidentes en Guatemala, Melanie Müllers


El día de los presidentes, es el nombre de un feriado en los Estados Unidos, en honor a George Washington. Dependiendo del año, puede celebrarse entre el 15 y el 21 de febrero.

En Guatemala se podría celebrar, suponiendo por un momento que nuestro hogar es un pequeño país y nosotros, como padres de familia, somos los presidentes electos (sin oposición, por supuesto). Ese día nos enfrentamos a desafíos dignos de una cumbre internacional, donde la diplomacia y la estrategia son los mejores aliados.

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Como líderes de esta nación hogareña, administramos el presupuesto con mejor precisión que un ministro de finanzas. Decidimos cuánto invertir en educación (Tutores que prometen convertir a nuestros hijos en los próximos Einstein), en defensa (Seguro que protege contra ataques de crayones y marcadores) y en relaciones exteriores (Regalos para los amiguitos). Cada gasto es cuidadosamente analizado, y aunque a veces el déficit amenaza, siempre encontramos la manera de equilibrar las cuentas, incluso si eso significa sacrificar nuestro propio “Fondo de emergencias”.

En tu nuestro rol presidencial, también dirigimos el ministerio de salud. Somos los doctores de cabecera, siempre listos para atender emergencias que van desde raspones en las rodillas hasta misteriosos dolores de estómago que curiosamente desaparecen al mencionar la palabra “Medicina”. Nuestro gabinete médico incluye curitas de todos los colores, jarabes con sabores exóticos y, por supuesto, el remedio infalible: un sana sana culito de rana, que todo lo cura.

La educación es un pilar fundamental en nuestra administración. Enseñamos desde cómo amarrarse las pitas de los zapatos, hasta lecciones más complejas como por qué no es buena idea meter alambres en el enchufe. Cada día es una oportunidad para impartir conocimiento, y aunque tus ciudadanos adolescentes a veces cuestionen nuestros métodos, sabemos que son las bases para un mejor futuro.

Mantener el orden en nuestro pequeño país no es tarea fácil. Las disputas territoriales por el control del televisor o la posesión del último pedazo de pastel requieren de una mano firme pero justa. Implementamos sanciones y promovemos acuerdos de paz que, aunque frágiles, mantienen la armonía en la nación.

Las relaciones diplomáticas con nuestro co-gobernante, es decir, nuestra pareja, son esenciales. Juntos negociamos tratados sobre quién se encarga de las tareas domésticas o cómo abordar la política de “Hora de dormir u hora de ir a recoger”. Aunque a veces hay desacuerdos en el gabinete, siempre encuentramos la manera de trabajar en equipo por el bienestar de nuestro país compartido.

No todo es trabajo y disciplina. Como presidentes, también promovemos la cultura y la diversión. Organizamos eventos nacionales como “Noche de películas en familia” o “Domingo de juegos de mesa”, fomentando la unión y creando recuerdos. Además, celebramos las tradiciones y festividades con entusiasmo, asegurando que nuestros ciudadanos más pequeños aprecien sus raíces y costumbres.

La sostenibilidad y el cuidado del entorno son prioridades en nuestra agenda. Enseñamos la importancia de reciclar, de mantener los espacios limpios y de respetar la naturaleza, incluso si esa “Naturaleza” es la planta que ha sobrevivido milagrosamente a múltiples intentos de “Riego excesivo” por parte de los pequeños ecologistas en formación.

Ser los presidentes de este microcosmos llamado hogar es un desafío constante, pero también una fuente inagotable de alegrías. Cada día trae nuevos retos y aprendizajes, y aunque no hay manuales ni campañas electorales que nos preparen para este puesto, sabemos que lo desempeñamos con dedicación, amor y, sobre todo, con un buen sentido del humor. Porque, al final del día, gobernar nuestro pequeño país es el trabajo más gratificante que podemos tener.