Los llamados coloquialmente “chairos” son aquellas personas totalmente confundidas que pregonan una ideología, pero practican otra. Les encantan los “lujos” del sistema capitalista, pero promueven el socialismo a los cuatro vientos. La mentira, la hipocresía y la farsa son su forma de vida.
El mayor logro es llegar al poder, o sea, ocupar cargos públicos que les permitan pregonar sus falsedades a los cuatro vientos. La “lucha contra la pobreza” es el centro de sus discursos. Esto les permite ganarse la simpatía de los menos favorecidos.
Les resulta muy fácil convencer a ese sector de la población. La razón es simple. Son personas que no tienen posibilidad de acceder a un mejor nivel de vida pues, por no tener recursos económicos, deben enviar a sus hijos a las escuelas públicas. Son tan malas que la deserción es la norma para muchos. Quienes perseveran tienen mucha dificultad de acceder a trabajos dignos pues su capacidad intelectual es deficiente.
Recordemos que la desnutrición es la norma. Estos niños pierden la oportunidad de tener una vida mejor, pues intelectualmente son deficientes como consecuencia de esa mala alimentación.
Esta es la cruda realidad. La solución no llegará por la vía del socialismo, “chairismo” o como quiera llamarlo. Los de “pura cepa”, como los que nos gobiernan ahora, remarcan las carencias para generar resentimiento hacia quienes tienen mejores posibilidades.
Esta diferencia es el caldo de cultivo para sembrar odio y resentimiento. También es la excusa para robar por la vía de exceso de impuestos, de forma que ahora “tengan menos”. Otra vía es no construir infraestructura vial, no mejorar los servicios de salud ni la calidad educativa. No se pueden permitir tener personas que los reten, que les señalen sus fallas y les exijan mejoras.
El resto de nosotros, los afortunados, somos los “ricos” que debemos pagar más impuestos para ayudar a los “pobres”. Esto ha sido así desde el surgimiento de las ideologías de izquierda y continúa a la fecha. Mutan, se transforman y llegan a ocupar cargos públicos para “defender” a los pobres y esquilmar a los “ricos”.
Esta es nuestra realidad actual. La destrucción de todo lo bueno es la meta. La permanencia e incremento de la pobreza es la ruta para seguir obteniendo votos a cambio de promesas vacías. Después de más de quinientos años, siguen comprando almas con espejitos ¡Ya basta!
Carolina Castellanos