Así son los políticos fiscalmente irresponsables. Se creen Santa Claus, ofreciendo y dando
Qué fácil es quedar bien en el corto plazo con la gente cuando uno es irresponsable. Así actúan los políticos: pan para hoy y hambre para mañana. ¿Cómo no se van a aprobar los presupuestos inflados y desfinanciados si se les da lo que quieren a los diputados que votan? ¿Cómo no se van a callar las voces de algunos críticos de diferentes instituciones públicas si, en vez de premiar la eficiencia, se otorgan bonos y aumentos salariales más allá de lo que el mercado soporta? ¿Cómo no van a tener simpatía cuando, además, otorgan feriados y asuetos al sector público, mientras el resto de la población tiene que trabajar? ¿Cómo no van a querer más presupuestos aquellos ministerios como el de Cultura y Deportes o de Educación, y entidades descentralizadas como la Universidad de San Carlos, cuando en la Constitución se fija un porcentaje del presupuesto a su favor? Mientras más alto el presupuesto, más fondos reciben.
¿Es corrupción o es simplemente la forma en que actúan los seres humanos en la política?
Así son los políticos fiscalmente irresponsables. Se creen Santa Claus, ofreciendo y dando. Quienes reciben callan, se vuelven cómplices y se olvidan de que todo ese gasto se tiene que pagar más adelante con impuestos de aquellos que producen riqueza. Las justificaciones para los enormes nuevos gastos son imposibles de defender. Sin embargo, las aprobaciones se aprueban fácilmente, tal como lo indica la teoría de la Opción Pública (Public Choice), aquí y en cualquier parte del mundo. Hoy voto por ti y mañana tú votas por mí. Estamos contentos y a mano. No importa tu proyecto, mientras votes por el mío. ¿Es corrupción o es simplemente la forma en que actúan los seres humanos en la política?
Cuando el gobierno se endeuda para gastar más ahora, lo que se ve es un espejismo de progreso, porque luego hay que apretarse el cinturón para pagar el nuevo nivel de gastos, más la deuda e intereses. Si esos fondos se utilizan para gastos de funcionamiento, estaremos derrochando nuestros recursos. Si se utilizan para proyectos rentables, que se escojan de acuerdo con evaluaciones objetivas, entonces redundarán en un mayor bienestar de la población y se pagarán por sí solos. Pero aun así, ¿se justifican los proyectos en el sentido de que algunos podrían ser más bien privados en su totalidad? ¿No se meten demasiado en la vida privada los gobernantes? ¿Dónde queda la libertad y la responsabilidad individual?
Vuelvo a tocar el tema del gobierno que se cree Santa Claus. Thomas Jefferson decía que “el poder de imponer impuestos es el poder de destruir”, y por eso insistía en que el poder de los gobernantes debía limitarse, especialmente el poder fiscal, ya que podría abusarse del mismo oprimiendo a los ciudadanos. James Buchanan, premio Nobel de Economía, y Gordon Tullock propusieron una Constitución Fiscal a modo de regular y limitar el poder fiscal de los gobernantes. Algunos de los puntos más relevantes eran las reglas y límites constitucionales sobre cómo recaudar y gastar los impuestos; que las decisiones sobre la imposición de nuevos impuestos deben hacerse con mayoría calificada; que se exige rendición de cuentas y una mayor responsabilidad de quienes manejan el fisco en cuanto al uso de los impuestos; que se establezcan reglas fiscales claras, estables y predecibles a largo plazo, para evitar temores de cambios abruptos con cada gobernante; y que contribuyan al bienestar general y no a grupos de interés.
Cuesta mucho crear riqueza para que unos políticos irresponsables abusen de ese poder. No nos dejemos engañar, por más que nos den dádivas y ofrezcan el cielo y la tierra. Mañana nos arrepentiremos de no poner límites a los gobernantes, y será demasiado tarde.
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