El pasado martes, el presidente Donald Trump pronunció su primer discurso al Congreso en este segundo mandato. Habló de varios temas, pero quiero centrarme en uno que nos concierne: la política arancelaria. Trump ve el comercio como algo justo si los aranceles que él impone son iguales a los que los demás países le imponen. Por eso se refirió a los aranceles recíprocos.
Considera que los principales socios comerciales lo han estado estafando durante años y que han sido injustos. Mencionó a Brasil, China, India, México, Canadá y la UE (Unión Europea), principalmente. Dijo que Estados Unidos ha tenido tarifas mucho más bajas para estos países que las que recibe de ellos. Por lo tanto, a partir del 2 de abril impondrá tarifas arancelarias a todos estos países para, supuestamente, equilibrar el comercio. Pero hay algo más: en el caso de México y Canadá, condiciona la reducción de las tarifas no solo a que ellos las disminuyan, sino que, además, demuestren que acabarán con el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal. Es decir que ya no se trata únicamente de aranceles recíprocos, sino que hay condiciones adicionales.
Esto fue lo que Trump dijo a los congresistas en el Capitolio: “Otros países han usado los aranceles contra nosotros durante décadas y ahora es nuestro turno de comenzar a usarlos contra otros países. Esto está pasando con amigos y enemigos. El sistema no es justo para Estados Unidos”. ¿Es justo lo que dice Trump? El sistema arancelario es fruto de negociaciones entre esos países. ¿Por qué antes era justo y ahora no?
Podrá ser justo o no, pero la medida tomada podría traer consecuencias no intencionadas que perjudicarán a la misma gente en Estados Unidos, aunque mucho más a los otros países. ¿Por qué? Porque Estados Unidos es un vasto territorio de libre comercio dentro de sus fronteras. Hay una enorme productividad y, en muchos aspectos, pueden depender de sí mismos aprovechando sus ventajas comparativas internas. Ciertamente, están desaprovechando las ventajas comparativas con el resto de los países. Los aranceles recíprocos de Trump perjudicarán al pueblo americano y a los países a los que se los impongan. Creo que tal vez es otra estrategia de negociación de Trump para lograr alguna meta que, para él y su gobierno, sea más importante.
¿Cómo deben reaccionar los demás países? Es un error reaccionar con el hígado, imponiendo de vuelta aranceles recíprocos por el incremento de ciertos aranceles. Sería como si Estados Unidos se disparara en el pie y los demás también. En definitiva, todos pierden.
En cuanto al fentanilo, la estrategia es equivocada. Durante años se ha luchado contra las drogas. Las más suaves han sido sustituidas por las sintéticas y más duras. A pesar de tantos recursos gastados en la guerra contra las drogas a lo largo de los años, quien desea drogarse encuentra fácilmente dónde conseguir lo que necesita. De hecho, los famosos “pushers” están a la vuelta de la esquina de las escuelas y lugares frecuentados por los jóvenes. No digo que las drogas sean buenas, pero afirmo que la estrategia es errónea. Se reforzará la lucha contra las drogas y surgirán nuevos líderes más poderosos que podrán evadir los obstáculos y hacer llegar el producto al cliente final. Comprarán policías, soldados, jueces, políticos e incluso presidentes. Esta lucha no tendrá fin. No se puede resolver fortaleciendo el problema. Hay que liberar la producción, el transporte, la venta y el uso de las drogas. La responsabilidad es de quien las consume.
Finalmente, la reacción de los países a quienes se les incremente la tarifa, si son inteligentes, debe ser reducirlas unilateralmente a cero. Eliminar toda tarifa arancelaria y no arancelaria es lo mejor que se puede hacer para beneficiar a sus ciudadanos.