Las semillas de chía han ganado popularidad en el ámbito de la nutrición por su alto contenido en fibra, antioxidantes y ácidos grasos omega 3. Diversos estudios han señalado que su consumo regular puede contribuir al control de la glucosa en sangre; especialmente, en personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2. Una de las formas más comunes de incorporarlas a la dieta es en ayunas, momento en el que el cuerpo puede absorber de forma más eficiente ciertos nutrientes.

Las semillas de chía contienen un tipo de fibra soluble que, al entrar en contacto con el agua, forma un gel que retrasa la digestión y la absorción de carbohidratos. Este efecto contribuye a evitar picos de glucosa en sangre tras las comidas. Además, la chía tiene un bajo índice glucémico, lo que significa que no provoca aumentos bruscos en los niveles de esta enzima en el cuerpo.

El consumo de chía debe acompañarse con una adecuada ingesta de líquidos, ya que su alto contenido de fibra puede causar molestias digestivas si se consume en seco o sin suficiente agua. Además, aunque sus beneficios son significativos, no sustituye un tratamiento médico ni una dieta balanceada, especialmente en personas con diabetes diagnosticada.
