Y los tenis blancos como complemento del atuendo de la pareja presidencial. Esta demostración de la falta de decoro, etiqueta y cultura se suma a todo lo demás que hemos visto a lo largo de estos muchos meses que llevan ostentando la magistratura presidencial. El tema del momento se ha vuelto hasta chiste, pero detrás de esto hay toda una falla protocolaria. No es de extrañar, pues, quienes conforman el gobierno actual, a lo largo y ancho de la presidencia, carecen del más mínimo conocimiento. El problema no es este; no tenemos que saberlo todo. Lo que sí tienen es la obligación de averiguar, preguntar y asesorarse con quienes saben.

Los jeans (y los tenis blancos de la señora), son una muestra más de la pésima administración de Bernardo Arévalo y, por supuesto, de todo su equipo. Alguien mediocre no querrá contratar personas que sepan más, pues lo harán quedar mal. Esto sucede en empresas, organizaciones de toda índole y hasta “en las mejores familias”.
Este desliz, por llamarlo de alguna forma, no es más que una falla causada por la incompetencia. El peor problema está en que un incompetente se rodea de personas como él, pues no quiere parecer un inútil frente a quienes lo sirven.

Los platos sucios siempre los pagamos los ciudadanos. Es a quienes nos caen los problemas. Pareciera que no tiene importancia. Solo son jeans y unos tenis blancos, pero no es así. Sí, la tiene. ¿Cuántas veces han salido a la luz “jeans” en temas trascendentales como la economía o la salud, que tiene a miles de personas esperando un empleo o una aspirina? ¿Cuántas fallas más ha habido en el resto de ámbitos de nuestra Guatemala?
Aún falta mucho para que esta administración termine y entregue “cuentas”. Será hasta entonces que veremos los muchos otros jeans, aunque debo reconocer a los medios de comunicación que se las arreglan para encontrarlos. No sé si todos, pero al menos nos enteramos de algunos.
Los tenis blancos terminarán sucios, los jeans desteñidos y los guatemaltecos con las esperanzas enterradas nuevamente. Llegará un gobierno nuevo y, hasta entonces, veremos si heredará este atuendo que describe, muy gráficamente, la pésima administración actual.
