Es un gusto estar nuevamente con Uds. para narrarles mis experiencias en diferentes temas, esta vez, cómo se destruyó un país donde su pueblo se estaba enriqueciendo rápidamente.
A lo largo de mi vida vi cómo países Latinoamericanos que iban en un franco camino de desarrollo, se desmoronaron por el ingreso de una solapada interferencia de los países que manejan el mundo económico y temen el desarrollo de un continente con grandes riquezas agrícolas, minerales y una población que bien educada, sería capaz y competente.
Visité Venezuela por primera vez, en 1958, cuando participé en los octavos Juegos Centroamericanos y del Caribe. Al terminar las competencias tuvimos una sorpresa, nos llevaron a enseñar su desarrollo en: construcciones, talleres e industrias.
Mi primer trabajo formal fue escoger y medir los terrenos que se iban a comprar con tres objetivos, construir un taller mecánico, una fábrica de papel e hidroeléctricas. En 40 años visité tres veces Venezuela con los encargados de la producción del papel y del jefe del taller, la última a finales del siglo pasado, donde tristemente ya se podía ver el rápido deterioro de la nación venezolana, que se dirigía hacia una dictadura de servidumbre, acompañada de incapacidad y pobreza.
Tristemente las fábricas industriales venezolanas han desaparecido, perdiendo su empleo y huido del país los trabajadores más competentes, siendo ahora un pueblo que vive de la exportación de su petróleo, que cambian por lo que antes producían. Es decir, que viven en la miseria, para gran felicidad de quienes los engañaron y manejan el mundo.