A medida que envejecemos, algunas de las páginas de ese registro de nuestra vida se pueden perder, lo que puede ser doloroso.
El profesor Charan Ranganath, director del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de California (Estados Unidos) y neurocientífico, asegura que el riesgo de que esto ocurra se puede minimizar:
- No descansar lo suficiente:
Si una persona no duerme lo suficiente, la función frontal del cerebro se reduce, lo mismo que su nivel de tolerancia al estrés; y, por lo tanto, no es capaz de enfocarse debidamente.
Pero, durante la noche, el cerebro no sólo expulsa elementos perjudiciales y recarga las baterías, sino que también organiza nuestros recuerdos.
Se recomienda no usar los teléfonos y computadoras, evitar las comidas copiosas y las bebidas con alcohol y cafeína antes de irse a la cama.
- Hacer varias tareas a la vez:
La posibilidad de desarrollar varias tareas a la vez, se ve como algo positivo. Sin embargo, esto puede ser “muy malo” para la memoria.
Las neuronas se distraen y graban recuerdos fragmentados porque estás usando muchas funcione para gestionar el cambio entre una actividad y otra y eso dificulta la formación de un recuerdo duradero”
- Caer en la monotonía:
La plasticidad en el cerebro nos ayuda a realizar tareas, en especial aquellas que son repetitivas, de manera más eficiente.
Romper con la monotonía y la rutina es la mejor manera de intentar preservar la plasticidad.
- Confiarse demasiado:
El propósito de la memoria no es recordar el pasado, aunque pueda hacerlo, sino tomar la información importante del pasado que necesitamos para entender el presente y prepararnos para el futuro.
El aprendizaje más eficaz ocurre en circunstancias en las que nos esforzamos por evocar un recuerdo y luego obtenemos la respuesta que buscamos.