El flujo migratorio de estadounidenses hacia México ha experimentado un notable aumento del 69.9% entre 2019 y 2022, según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.
Este incremento, que se traduce en un paso de 11,594 a 19,122 residentes, refleja un creciente interés en establecerse en el país, impulsado en parte por el deterioro del costo de vida en Estados Unidos, que alcanzó su nivel más alto de inflación en 40 años en el 2022.
El aumento de los costos asociados con la vivienda, la alimentación y los servicios en Estados Unidos ha motivado a muchos estadounidenses a buscar alternativas, encontrando en ciudades como Ciudad de México un destino atractivo para establecerse, especialmente al aprovechar las oportunidades de teletrabajo mientras mantienen sus ingresos en dólares estadounidenses.
La inclusión de 22 ciudades estadounidenses en la lista de las más caras del mundo para vivir, publicada anualmente por The Economist, subraya la presión económica que enfrentan muchos ciudadanos en su país de origen.
Aunque esta migración puede ser beneficiosa para los recién llegados, quienes llegan con una moneda fuerte, su impacto en las comunidades locales puede ser complejo. La demanda de viviendas por parte de extranjeros ha contribuido al aumento de los precios, generando procesos de gentrificación que desplazan a residentes locales y transforman la dinámica social de las grandes ciudades mexicanas.
Este fenómeno, alimentado por el poder económico en dólares y la participación de agentes inmobiliarios privados, está dando lugar a una “reconquista” de las áreas centrales de México, con implicaciones significativas para la población local y el tejido social de las comunidades afectadas.