La mayoría de los países centroamericanos cambiaron sus vínculos que por muchas décadas mantuvieron con Taiwán y las establecieron con China con la esperanza de que el increíble progreso alcanzado por Pekín pudiera tener efecto positivo en su región.

Pero la alegre apuesta de los centroamericanos, excepto Guatemala que sigue manteniendo su lealtad a Taiwán, ha venido decayendo en un desánimo y en algunos casos en frustración, como lo ejemplifica el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves.
El mandatario costarricense abiertamente mostró su frustración con las autoridades de Pekín al señalar que la relación económica y comercial con China no era lo que esperaban, ya que “ha habido poca inversión, el comercio es bastante deficitario.
Mientras El Salvador, otro país que rompió con Taiwán para abrazar a Pekín, las promesas se mantienen estancadas, especialmente la remodelación del puerto La Unión y la creación de un parque industrial y un aeropuerto en la zona sur. Con ello El Salvador aspira a utilizar la infraestructura en La Unión para convertirse en un distribuidor de productos chinos en el Triángulo Norte de Centroamérica y en Nicaragua. Siempre la relación comercial es asimétrica y con beneficios increíbles para Pekín, ya que la nación asiática exporta más de 2,300 millones de dólares a los salvadoreños e importa un poco más de 43 millones de dólares.

La mega obra, de construcción del famoso canal de Nicaragua cuya concesión por 100 años sigue vigente, cumplió 11 años de ser un sueño truncado para los nicaragüenses, tras ser concesionada a la empresa Hong Kong Nicaragua Development (HKND) del inversionista Wang Jing que prometió invertir más de 40 mil millones de dólares en la construcción, superior al total de la economía nicaragüense, de lo cual nada se ha visto aún.
El gobierno hondureño ha sido el último en sumarse a la corriente regional de apostar sus sueños de crecimiento y desarrollo a su vínculo con el gigante asiático. Lazarus un experto en relaciones China America Latina, llamó a que Honduras no tropiece en los errores que cometieron los países latinoamericanos que confiaron en las ofertas de Pekín y que las mismas no se concretaron una vez oficializadas las relaciones diplomáticas.