Según la edición más reciente del informe Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial, en 2023, la región de América Latina y el Caribe enfrentó una desaceleración económica con un crecimiento del 2,2%, atribuido a factores como alta inflación, condiciones monetarias restrictivas y fenómenos meteorológicos adversos.
Sin embargo, Brasil y México superaron las expectativas gracias a la producción agrícola y el consumo privado.
Se prevé que en 2024 el crecimiento del comercio mundial será solo la mitad del promedio registrado en la década anterior a la pandemia.
Asimismo, es probable que los costos de endeudamiento para las economías en desarrollo —sobre todo las que tienen malas calificaciones crediticias— sigan siendo elevados, puesto que las tasas de interés mundiales se estancaron en niveles máximos de cuatro décadas en términos ajustados por inflación.
Las perspectivas económicas sugieren una recuperación gradual en 2024 y 2025, con proyecciones de crecimiento del 2,3% y 2,5%, respectivamente. Se espera que la inflación disminuya, permitiendo a los bancos centrales reducir las tasas de interés y facilitar el aumento de la inversión.
Para Guatemala, se prevé un mejoramiento gradual con un crecimiento del 3% en 2024, contribuyendo a la positiva trayectoria regional. Este crecimiento se apoya en factores como el consumo privado y una perspectiva favorable para la inversión.
Aunque persisten desafíos a largo plazo, como la disminución del potencial de crecimiento y el envejecimiento de la población, la región continúa enfrentando riesgos como tensiones geopolíticas, fenómenos climáticos extremos y posibles impactos de la inflación en economías avanzadas y desaceleración china.
Para impulsar una alza económica, las economías en desarrollo deben implementar paquetes de políticas integrales destinados a mejorar los marcos fiscales y monetarios, expandir el comercio transfronterizo y los flujos financieros.
Mejorar el clima para la inversión, y fortalecer la calidad de las instituciones. Es un trabajo arduo, pero muchas economías en desarrollo lo han podido hacer. Lograr nuevamente este objetivo ayudará a mitigar la desaceleración del crecimiento prevista para el resto de esta década en varios países.