La derecha, como yo la comprendo, es una ideología que puede definirse en estos términos:
Primero. La libertad es el derecho primordial del ser humano.
Segundo. Del derecho a la libertad derivan inmediatamente el derecho a la vida, o libertad de disponer de la propia vida, y el derecho a la propiedad privada, o libertad de tener bienes y disponer de ellos. Los tres derechos son condición necesaria de cualquier otro derecho.
Tercero. La finalidad suprema del Estado es garantizar derechos.
Cuarto. Ningún ciudadano puede tener más derechos, o menos derechos, que otro.
Quinto. El bien común consiste en la igualdad de derechos.
Sexto. El poder que el Estado delega para que sea ejercido, tiene que limitarse de modo tal que quien lo ejerza no pueda violar derechos.
Séptimo. El Estado no puede delegar poder para conceder privilegios, es decir, beneficios de los cuales únicamente pueden disfrutar algunos ciudadanos; pero no todos.
Octavo. El Estado debe ser gobernado esencialmente para administrar el derecho.
Presuntamente, en la pasada elección del 25 de junio, la izquierda derrotó a la derecha. La derrota habría consistido en que los dos candidatos presidenciales que obtuvieron más votos y, por consiguiente, participarán en la segunda elección, en el próximo 20 de agosto, no fueron candidatos de partidos de derecha (o no lo fue por lo menos uno de ellos), sino de partidos de izquierda. Estos partidos son Unidad Nacional de la Esperanza, cuyo candidato es Sandra Torres, y Movimiento Semilla, cuyo candidato es Bernardo Arévalo. Recientemente Sandra declaró que su partido no es de izquierda, y que “su ideología es el país”; pero no podría afirmarse que ese partido, que es miembro de la Internacional Socialista, es de derecha.
Es el caso que, en la elección del 25 de junio, no hubo partidos de derecha, es decir, que profesan la ideología de derecha. Por consiguiente, en el proceso de elección presidencial no podía haber una derecha derrotada por la izquierda. La izquierda derrotó a presuntos partidos derechistas, que realmente son ficciones o simulacros de derecha. Lo son porque su pretendido derechismo consiste en no ser de izquierda; pero no serlo no implica que son partidos de derecha, del mismo modo que no tener color negro no implica tener color blanco. La derecha es derecha, no meramente porque no profesa una ideología izquierdista, sino porque profesa una ideología propia que, por su naturaleza misma, es opuesta a cualquier ideología izquierdista. La derecha no es, pues, una ociosa negación de la ideología izquierdista, sino una enérgica afirmación de una ideología opuesta.
Algunos de esos partidos, precisamente por ser ficciones o simulacros de derecha, hasta pueden indiferentemente convertirse en partidos socialistas, fascistas, nacional-socialistas o comunistas, si serlo es conveniente para ganar una elección presidencial o ganar una importante proporción de diputados, y obtener, del poder ejecutivo y del legislativo, ilícitos beneficios.
¿Fue derrotada, quizá, la derecha constituida por grandes empresarios? Empero, tampoco hay tal derecha empresarial. Fueron derrotados empresarios que, con el fin de conservar privilegios o adquirir nuevos privilegios, o con el fin de servirse del poder del Estado, o de evitar que políticos ganadores de la elección sean vengativos enemigos, financiaron a algunos de aquellos partidos que son absurdas ficciones o ridículos simulacros de derecha. Algunos empresarios pueden ser derechistas, o lo son, no porque tengan que serlo, sino por ética. Esa rarísima derecha empresarial no fue derrotada.
Algunos pretenden que el proceso electoral presidencial impartió lecciones a la derecha derrotada. Incurren en un error: no hubo derecha derrotada, que tuviera que aprender lecciones. Otros opinan que la derecha derrotada se confió. Incurren en un error: no hubo derecha derrotada, que se hubiera confiado. Y otros creen que la izquierda triunfadora provocó terror en la derecha derrotada. Incurren en un error: no hubo derecha derrotada, en la cual la izquierda triunfadora hubiera provocado terror. Subyace, en esos errores, la suposición de que, en el proceso electoral, contendieron partidos derechistas.
Post scriptum. En la elección presidencial del pasado 25 de junio, la derecha no fue derrotada; pero partidos de izquierda derrotaron a partidos de izquierda. Efectivamente, Unidad Nacional de la Esperanza y Movimiento Semilla derrotaron a Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Winak y Voluntad, Oportunidad y Solidaridad. Esta derrota fue mayor que la infligida a los principales partidos que son ficciones o simulacros de la derecha. En la segunda elección presidencial, en el próximo 20 de agosto, un partido de izquierda derrotará a un partido de izquierda.

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