Logos
En la elección del pasado 25 de junio, ninguno de los candidatos presidenciales obtuvo mayoría absoluta de votos, o más de la mitad del número total de votos adjudicados a todos los candidatos presidenciales. Habrá, entonces, una nueva elección, que se celebrará probablemente el próximo 20 de agosto.
Contenderán solamente los dos candidatos que obtuvieron más votos. Ellos son Sandra Torres y Bernardo Arévalo. Ambos son socialistas. El próximo Presidente de la República será, entonces, socialista. Por ello, la nueva elección es catastrófica: las opciones son elegir presidente socialista, o elegir presidente socialista.
El socialismo pretende restringir la libertad política y económica, o intervenir en la vida privada de los ciudadanos, o crear más empresas del Estado, o transformar el derecho de propiedad privada en un permiso concedido por los políticos, o reducir y hasta prohibir la propiedad privada del capital, o incrementar la expropiación de patrimonio privado mediante tributos, o repartir coercitivamente la riqueza lícitamente generada.
Pretende más poder de los gobernantes y menos poder de los gobernados. Más libertad de los gobernantes y menos libertad de los gobernados. Más señorío económico de los gobernantes y más servidumbre económica de los gobernados. Más propiedad pública y menos propiedad privada. Más represión de la individualidad y más dominio de una presunta colectividad cuya representación se atribuyen los gobernantes.

Es el caso del socialismo en China, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua y Venezuela. Puede ser también el caso de Guatemala. Puede ser, pues, el caso de que la patria esté peor política, económica y socialmente, como peor está, por ejemplo, Venezuela.
Sandra promete repartir gratuitamente alimento y dinero, y conceder créditos para crear nuevos empresarios. Empero, los guatemaltecos no pagan tributos para tales propósitos políticos, impropios de las funciones de gobierno. Los pagan para que el Estado procure el bien de todos. Este candidato propugna un Estado en el que preciosos recursos del tesoro público son consumidos en subsidios paralizadores de las fuerzas creativas y productivas del ser humano, y fomentadores del ocio, la molicie, la irresponsabilidad y el parasitismo económico.
Bernardo pretende una “corrección” de la desigualdad económica. Pretende realmente la igualdad económica. Empero, los guatemaltecos no necesitan tal igualdad, sino oportunidades de ganar más dinero con su trabajo, aunque haya una descomunal desigualdad económica. He aquí una prueba simple: los guatemaltecos emigran o intentan emigrar a países ricos, no porque en esos países haya una igualdad que no hay en su patria, sino para ganar, con su trabajo, el dinero que no pueden ganar en esa patria. Emigran, o intentan emigrar, por ejemplo, a Estados Unidos de América, no porque esa nación es un paraíso de la igualdad económica, sino porque esa nación, que precisamente es un reino de la desigualdad económica, brinda extraordinarias oportunidades de mejorar económicamente. Por supuesto, la imposición de la igualdad económica no crea riqueza. La destruye.

Bernardo también pretende instituir una economía que sirva “al interés colectivo de la generación presente y de las futuras generaciones”. Los políticos impondrían la proporción de patrimonio privado destinada a la generación presente, y la proporción destinada a las “futuras generaciones”. O los políticos impondrían la proporción de recursos naturales destinada a la generación presente, y la proporción destinada a las futuras generaciones. Los políticos, finalmente, tendrían más poder sobre el patrimonio privado y el aprovechamiento de los recursos naturales.
Un propósito de este candidato es “generar” una “economía humana”; para lo cual reclama un “Estado eficaz”. Empero, esa eficacia consiste en que los políticos adquieren más poder sobre la producción, el intercambio y el consumo de bienes y servicios. Esa economía humana es, finalmente, economía en la cual los políticos son los arrogantes señores y los ciudadanos son los humildes siervos. No es economía. Es demencial ideología.
No sé de algún país que sea uno de los más ricos del mundo y que sea socialista; pero sé que Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Singapur y Suiza, que son algunos de los países más ricos del mundo, no son socialistas. Y Macau, rica región administrativa especial de China, está regida por una ley constitutiva, decretada por la asamblea popular con el permiso del Partido Comunista Chino, que declara que “el régimen y las políticas socialistas no se instituirán” en esa región. No se instituirán y, por consiguiente, no se extinguirá la riqueza de Macau, lograda con un régimen económico opuesto al régimen socialista.
No sé de algún país cuyos ciudadanos pobres se hayan convertido en ciudadanos ricos porque los gobernantes consumen el tesoro público en subsidios; o porque conceden créditos para fabricar empresarios que, por ser artificialmente creados, producirán bienes y servicios que no serán demandados, y por ello están destinados al colapso.
No sé de algún país cuyos ciudadanos hayan progresado económicamente porque los gobernantes son rectores de la economía; o porque instituyen una economía humana en la cual el humanismo es más poder de los políticos para dirigir la economía y, por consiguiente, más poder para dirigir la vida de los ciudadanos.
No sé de un país pobre que haya progresado porque hay igualdad económica, o porque se restringe o se suprime la libertad económica, o porque el derecho de propiedad privada es sustituido por un permiso gubernamental de propiedad.
Ambos candidatos son una amenaza socialista; pero los ciudadanos no tienen que votar por uno de ellos. Pueden anular el voto, y el número de votos nulos puede ser mayoría absoluta, que tendría el valor moral de convertir al ganador de la nueva elección, sea Sandra, sea Bernardo, en usurpador del poder presidencial. También tendría el valor moral de prohibirle al ganador proclamar que es el presidente del pueblo.
El nuevo Presidente de la República realmente carecería de legitimidad política. Solamente tendría legitimidad legal. Los ciudadanos podrían invocar esa carencia de legitimidad política para constituirse en poderosa fuerza civil patriótica, con la finalidad de oponerse a decisiones, actos y obras presidenciales que intentaran imponer el socialismo.
Post scriptum. Los ciudadanos deberían comenzar a prepararse para impedir que el próximo Presidente de la República instituya el socialismo en nuestra patria. El recurso primordial para impedirlo será ejercer vigorosamente el derecho a la resistencia pacífica. No podemos evitar que el próximo presidente sea socialista; pero podemos evitar legalmente que instituya el socialismo.
