El año pasado escribí que tendríamos un “gobierno colectivista, más intervencionista, por no decir socialista”. No me equivoqué. Tal vez me quedé corto; debí haber agregado “irresponsable”.
Comenzamos el año 2025 con nuevos propósitos y mucha ilusión. Espero que sea un mejor año, a pesar del gobierno. Digo “a pesar”, porque es el gobierno quien nos pone trabas en todo emprendimiento nuevo y existente. A pesar del gobierno, seguimos creciendo económicamente, por inercia, gracias a aquellos que se arriesgan y se atreven a invertir en el país. A pesar del gobierno, también crecemos gracias a todos aquellos que emigraron a Estados Unidos, donde se esfuerzan día a día, trabajando duro, para mandar parte de sus ingresos a Guatemala. A pesar del gobierno, crecemos porque quienes trabajan en la iniciativa privada dan lo mejor de sí para producir bienes y servicios que enriquecen a los demás guatemaltecos.
Se espera que el 2024 termine con un crecimiento del 3.7 % del PIB (producto interno bruto). Para quienes son mediocres y conformistas, no está mal.
Ni los que invierten, ni los empresarios, ni los capitalistas, ni los trabajadores en el exterior o los locales tienen la potestad de incrementar sus ingresos en el mismo porcentaje en que el gobierno ha aumentado su oneroso presupuesto, ni los incrementos salariales que los diputados se han autoasignado. Todos tienen que trabajar duro y ser productivos, generando riqueza para ellos y para los demás. Solo así pueden obtener mejores ingresos, a diferencia de los funcionarios públicos, quienes, a base de presiones políticas, obtienen los suyos.
Se espera que el 2024 termine con un crecimiento del 3.7 % del PIB (producto interno bruto). Para quienes son mediocres y conformistas, no está mal. Pero para los que vivimos en un país pobre, este crecimiento es inaceptable. Guatemala debería crecer en cifras de alrededor de dos dígitos para reducir los niveles de pobreza ofensivos que existen en todas partes. No lo vemos tanto en la capital, pero al ir al interior o a las zonas periféricas de la ciudad, en los barrancos, lo observamos con mucha tristeza y preocupación. No son los políticos quienes deberían preocuparse, llenándose la boca hablando de los pobres, pero actuando de manera irresponsable al aprobar leyes que empobrecen aún más a nuestros ciudadanos. Presupuestos deficitarios que implican pan para hoy y hambre para mañana, endeudando el futuro de nuestros hijos y nietos.
El año pasado escribí que tendríamos un “gobierno colectivista, más intervencionista, por no decir socialista”. No me equivoqué. Tal vez me quedé corto; debí haber agregado “irresponsable”. El partido que gobernó criticó a los demás partidos por corruptos, pero aprendió rápido y ahora es parte de lo mismo. Encima de todo, se han ganado el favor de todos los burócratas internacionales e intervencionistas de los países que se dicen amigos de Guatemala, como la Comunidad Económica Europea y los Estados Unidos. Como si la consigna fuera “gastar y gastar”. Pero se olvidan de que todo proviene del sector privado, de aquellos que se arriesgan, sufren, invierten, a veces pierden y otras ganan. Sin ellos, especialmente de los que logran tener éxito y utilidades, ningún gobierno sobreviviría. Ni los gobiernos, ni los más vulnerables. Y el resto de los ciudadanos, ciegos, como si estuvieran narcotizados, siguen votando por los mismos pícaros que nos gobiernan y que viven de los impuestos que pagamos.
No se puede progresar cuando un funcionario te retrasa la aprobación de tus expedientes y permisos. De hecho, ¿por qué hay que pedir permiso para hacer lo que uno quiere en su propia propiedad si no daña a otros? Puro socialismo.
A pesar del gobierno, creceremos más aún en este 2025, porque aguantamos todo, porque sabemos que, en el futuro, tendremos que pagar la cuenta, pero con nuestro trabajo seguiremos pagando a aquellos que nos hacen daño y que retrasan el progreso del país. ¿Qué piensa usted?
Les deseo a todos mucha paz, bienestar, libertad y prosperidad en el 2025.
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