El Crédito Tob’anik promete financiar a pequeños y medianos agricultores, pero su implementación genera dudas. ¿Será un apoyo real para el sector agropecuario o solo un instrumento político sin control adecuado?
El Acuerdo Ministerial No. 229-2024 establece que este crédito está dirigido exclusivamente a productores que emplean mano de obra familiar no remunerada. El Crédito Hipotecario Nacional administrará los fondos a través de instituciones financieras, mientras que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación supervisará su ejecución.
El fondo, con una vigencia de 15 años, será revolvente, lo que significa que los recursos deben reintegrarse periódicamente. Durante los primeros 12 años se concederán los créditos, y en los últimos 3 años se enfocarán en recuperar la cartera.
El financiamiento agropecuario en Guatemala es escaso: menos del 5% de la cartera de créditos del sector privado se destina a este rubro, según la Cámara del Agro.
Para Agexport, el principal reto es la informalidad del sector agrícola, así como la falta de financiamiento adecuado a la estacionalidad de los cultivos y los riesgos asociados.
Un punto crítico es que el fondo dispone de Q500 millones, pero el acuerdo no especifica cómo el MAGA garantizará la recuperación de los créditos. Tampoco menciona supervisión por parte de la Contraloría General de Cuentas, lo que podría convertirlo en un mecanismo de clientelismo político más que en una estrategia sostenible.
El nivel de morosidad debe mantenerse en un máximo del 5% para evitar déficits que incrementen el endeudamiento año con año. Sin controles adecuados, el Crédito Tob’anik podría transformarse en un simple cheque en blanco, comprometiendo recursos sin asegurar su recuperación.
