El presidente electo de EEUU quiere completar la expansión del sistema de oleoductos que conectan a su país con Canadá y que el gobierno de Biden canceló desde su llegada a la Casa Blanca en 2021 para complacer a grupos ambientalistas. De concretarse, Washington perdería el interés por el crudo venezolano, lo que dejaría en una posición de mayor debilidad al régimen de Nicolás Maduro
El presidente electo Donald Trump podría retomar la extensión del oleoducto Keystone XL que conecta a Canadá y Estados Unidos apenas asuma el poder. Este proyecto fue cancelado en 2021 por el gobierno de Joe Biden para congraciarse con activistas climáticos, provocando no solo la pérdida de miles de empleos sino también perjudicando la independencia energética de EE. UU.
Sin embargo, todo podría cambiar en la próxima Administración republicana al estar “en la lista de cosas que quieren hacer el primer día”, según fuentes a las que accedió Politico. Más allá de la decisión, el nuevo gobierno de Trump deja ver su intención de no depender energéticamente de otros países, menos de aquellos bajo regímenes dictatoriales como el caso venezolano.
Sin duda se notarán grandes cambios en comparación con la Administración Biden-Harris que terminó cediendo desmedidamente frente a la dictadura chavista. El alivio de sanciones petroleras, la liberación de Álex Saab –acusado de lavar al menos 350 millones de dólares en operaciones que involucran al régimen venezolano– y la entrega de los sobrinos de Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro, condenados por narcotráfico, fueron señales de la debilidad de un gobierno estadounidense dependiente del petróleo y gas venezolano debido al recorte del suministro mundial a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania.
Adiós al lobby de las petroleras
Trump había adelantado su plan de extender el oleoducto durante su campaña presidencial. “¿Por qué Biden va y mata el oleoducto Keystone [XL] y aprueba el mayor acuerdo que Rusia haya hecho jamás, Nord Stream 2, el oleoducto más grande del mundo que va a Alemania y a toda Europa?”, preguntó durante el debate presidencial con Kamala Harris. “Porque son débiles y son ineficaces”, se respondió él mismo.
No resultó extraño que una vez Trump obtuvo la victoria electoral, la dictadura de Nicolás Maduro le envió un mensaje sospechosamente amistoso para plantear un “ganar-ganar” para ambos países y una oportunidad para un “nuevo comienzo”. Cualquiera que conozca las perversas prácticas del chavismo sabe que detrás de esta aparente señal de sumisión hay un interés por chantajear al mandatario electo por los estadounidenses con los despachos de crudo.
El chavismo quedaría entre la espada y la pared si Trump vuelve a imponer sanciones duras en comparación con la tibieza de Biden. Aunque la Administración demócrata trató de aparentar firmeza frente al régimen venezolano, de forma disimulada permitió que compañías como la estadounidense Chevron y la española Repsol continuaran sus negocios con PDVSA, en parte, gracias al lobby que estas empresas hicieron en la Casa Blanca para tratar de recuperar parte de sus activos en la nación sudamericana. Dadas las señales que arrojó Trump en campaña y la forma en la que llevó su primer gobierno, todo apunta a que habrá un giro de 180 grados en la política de EE. UU. hacia Venezuela.
Conversaciones entre equipos de Trump y Maduro
Personas cercanas al régimen de Maduro han tenido conversaciones con miembros del equipo de Trump en los días posteriores a la elección para explorar ideas sobre un camino a seguir en Venezuela, según The Washington Post. Allí, se detalla que el dictador venezolano aceptaría vuelos de deportación de migrantes irregulares, pero a cambio “necesita las herramientas para arreglar la economía de su país, incluidas más exportaciones de petróleo”.
El tiempo dirá qué saldrá de esas negociaciones, aunque teniendo a Marco Rubio como secretario de Estado y Elon Musk como asesor de política exterior, lo menos que puede esperar el chavismo son concesiones de la próxima Administración republicana, puesto que Trump está más interesado en garantizar la independencia energética de Estados Unidos que en hacer tratos con regímenes dictatoriales a cambio de migajas de petróleo.
La opinión de este artículo es ajena a Noticiero El Vigilante