La digitalización de la vida financiera es un fenómeno sin retorno, y aunque para llegar a un planeta sin efectivo aún falta camino que recorrer, los pagos digitales facilitan las transacciones financieras, abre canales para la inclusión, sobre todo, en regiones donde la brecha financiera es importante, como en Centroamérica.
El mayor crecimiento se reportará en Asia-Pacífico, pero en Latinoamérica se calcula que las transacciones irán a más allá del doble. El análisis refiere “una evolución del front y del back-end de los sistemas de pago (pagos instantáneos, pagos de facturas y solicitudes de pago, tarjetas plásticas y carteras digitales); así como una revolución, que involucra enormes cambios estructurales en el mix y en el ecosistema de pagos (aparición de ofertas de ‘compre ahora, pague después’; criptomonedas; y futuras monedas digitales de los bancos centrales)”.
De acuerdo con cifras del reporte Digitalización de pagos del gobierno para promover la inclusión financiera en América Latina y el Caribe, del Banco Interamericano de Desarrollo, en 2020 el valor de las transacciones en pagos móviles en Centroamérica superó los 38,000 millones de dólares (mdd) en la región y se prevé que alcance los 100,000 mdd para 2025.