lago de Amatitlán agoniza. Sus aguas están siendo envenenadas por toneladas de aguas negras que, a un ritmo imparable, lo ahogan segundo a segundo. 400 litros por segundo de desechos contaminados se vierten en el lago, una cifra devastadora confirmada por la UNICEF. Los tubos clandestinos de aguas residuales, que han estado funcionando por décadas, son testigos silenciosos de la indiferencia de sus habitantes.
Aunque se inició la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales durante el gobierno pasado, diseñada para procesar los desechos con un sistema de desarenadores, trampas de grasa y tanques de fangos activados, el proyecto fue abandonado por el gobierno actual, dejando al lago sin esperanza.
La entidad encargada de rescatar la cuenca, desde 2012 ha solicitado recursos sin lograr soluciones reales. Mientras tanto, los turistas, que alguna vez venían a disfrutar de la belleza del lago, ahora solo encuentran aguas sucias y malos olores, llevando consigo una experiencia amarga que afecta el turismo en toda la región.
