Luego de años de déficit de nuevos soldados provocado por la agenda ideológica del pasado Gobierno de Joe Biden, las Fuerzas Armadas estadounidenses se revitalizan bajo la gestión de Donald Trump con 61000 nuevos soldados, 10 % más que en 2024

El Ejército estadounidense está experimentando resultados positivos por haber renunciado a la agenda woke. Y es que apenas asumió su segundo periodo presidencial, Donald Trump firmó una orden para eliminar del gobierno federal las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) instaladas por la Administración progresista liderada por Joe Biden.

Los beneficios de esa decisión ahora son evidentes. El ejército de Estados Unidos cumplió su meta de reclutamiento cuando todavía faltan cuatro meses para que termine el periodo fiscal (que va desde septiembre de 2024 hasta octubre de 2025). Así, la Administración republicana se anota un punto en términos de fuerza militar frente a enemigos globales como Rusia, China o Irán.

En total, 61000 nuevos soldados firmaron contratos con el Ejército. Eso se traduce en 10 % de aumento frente a la meta de 55000 soldados previstos en 2024. Un comunicado oficial afirma que esto “demuestra un aumento del interés y el entusiasmo por el servicio”. Además, revela que el promedio de contratos diarios “superó los niveles del año pasado hasta en un 56 % durante el mismo periodo”.
Progresismo, el gran culpable de la crisis de reclutamiento
Todo esto confirma cómo la inclusión forzada solo logró desmotivar a posibles nuevos reclutas durante los cuatro años de la Administración Biden. La supuesta igualdad social, la ideología de raza y de género o la flexibilización de pruebas de aptitud terminaron proyectando la idea de un ejército débil, preocupado más por la diversidad que por enfrentar posibles conflictos mundiales.

No es de gratis que The Heritage Foundation le haya otorgado en el año 2023 la calificación de “débil” a las Fuerzas Armadas por primera vez. Las palabras de Kevin Roberts, presidente de la institución, fueron lapidarias sobre lo que estaba haciendo el Gobierno progresista de Joe Biden: “Mientras que los adversarios de EE. UU, en particular el Partido Comunista Chino, dan pasos escalofriantes para desafiar el liderazgo estadounidense, la clase política está consumida por etiquetar el cambio climático como una crisis de seguridad nacional, inyectando una ideología divisiva en el ejército”.
Tan grave fue el déficit de nuevos reclutas en ese período, que la entonces Administración demócrata tuvo que reciclar una vieja campaña publicitaria enfocada en los roles de combate y soldados entrenando con armas. Después de todo, en 2023 hubo un descenso en el alistamiento de 11000 nuevos reclutas. Antes, en 2022, la cifra que evidencia estas falencias en el Ejército estadounidense había sido de 15000, de acuerdo con reportes de Army Times.

Dan Driscoll, secretario del Ejército, envió un mensaje a la Casa Blanca: “Priorizar a los soldados está teniendo un impacto tangible y demuestra que los jóvenes de todo nuestro país quieren formar parte de la fuerza de combate terrestre más letal que el mundo haya visto jamás”.
Un informe del año pasado de Global Firepower confirma el argumento de Driscoll calificando a Estados Unidos como el país con el ejército más poderoso del mundo, de segundo lugar está Rusia seguido por China. La nación norteamericana también es la más avanzada del mundo en cuanto a tecnología.

Sin embargo, el régimen chino de Xi Jinping presiona cada vez más para acercarse a las cifras estadounidenses.
De hecho, hace tres meses aumentó por tercer año consecutivo su gasto en Defensa en 7,2 % hasta los 245.600 millones de dólares. Con esa decisión, el PCCh ignoró el reciente ofrecimiento del Gobierno de Trump de recortar a la mitad el presupuesto militar de grandes potencias.

Oriana Rivas
Periodista venezolana radicada en Buenos Aires. Investigación para las fuentes de política y economía. Especialista en plataformas digitales y redes sociales.