El color no debería importar y mucho menos todo lo que hay atrás de este. Lamentablemente, cuando el vacío de ideas y propuestas concretas es grande, lo único que hay es un enorme hoyo donde cabe de todo, pero donde no se produce nada. Si no hay nada, cualquier cosa se mete, sea positiva o negativa.
¿Qué causa ese vacío? Muchas cosas. Entre ellas, la creencia en un sistema que ha fracasado en la totalidad de países en que se ha implementado. Reitero, en la totalidad de países. No hay argumento que valga cuando la población ha sido mantenida en la pobreza, con pésima educación y con un sistema de salud patético. La creencia de que el gobierno tiene que ser el gran proveedor nos tiene constantemente con manifestaciones organizadas por los mismos de siempre, pues su trabajo es mantener esa pobreza e ignorancia que les genera lucro y poder.
La supremacía roja ha sido hábil a lo largo del tiempo. Si la población necesita del gobierno para tener salud y educación, entre otros, seguirán votando por el mismo, que tendrá diferente cara, pero igual carencia de valores, deseos de poder y dinero y ninguna intención de ayudar a los menos favorecidos a dejar de serlo.

Los rojos de otros países se congratulan cuando han contribuido y logrado tener un gobierno rojo en otro país o en el propio. Lo ayudan a triunfar en sus luchas por mantenernos a todos en las peores condiciones. Los pocos que sí salimos adelante somos tachados de privilegiados, de ricos, de abusadores de los pobres, de quitar y poner presidentes y de cuanta otra cosa se les ocurra.

Hoy tenemos al “supremo” peleando con la “suprema”, buscando apoyo fuera, pues adentro no hay quien dé un centavo por ellos, excepto quienes se están beneficiando con la danza de millones. La supremacía roja fracasa de nuevo, llevándose la esperanza de muchos, el trabajo de otros muchos y la posibilidad de vivir en libertad para todos.
¿Qué hacer? Denunciar y proponer. Hacer alianzas con quien sea: vecinos, compañeros de trabajo, de la cuadra, de lo que sea. Las redes sociales son nuestra mejor herramienta y, si algo detestan los políticos, son los periodicazos. Nosotros somos los mandantes, no ellos. Guatemala es de quienes viven y trabajan por ella, no de los que la destruyen.
