¿Y si, en vez de reclamar la propiedad del gobierno, se enfocaran en lo más importante y dijeran, aunque brevemente, cómo lo van a resolver o, aunque sea, mejorar?
Pavel Ramírez de Cartagena, en su artículo “The back office” publicado en Linkedin, habla de “la era de la obsolescencia acelerada”. Pareciera que estuviera refiriéndose a nuestros candidatos quienes, sin excepción, utilizan los mensajes reciclados, copiados, modificados y sí, obsoletos. Dice Ramírez de Cartagena que debemos temer a la obsolescencia, pero no hay nada nuevo en el horizonte, lamentablemente.

El gobierno nos pertenece a todos, no al ganador, quien está limitado a dirigir y ejecutar con el dinero que nosotros le damos. O sea, el gobierno es de los tributarios. También se ha vuelto propiedad de la cooperación internacional, lo que es patético pues cada dólar, euro u otro, viene con instrucciones en inglés, o en cualquier otro idioma. Reza el dicho “quien paga la música escoge la canción”. O sea, “mi gobierno” no pertenece a los políticos, aunque así lo crean y afirmen.

Seguiremos escuchando los planes que cada candidato tiene para “su” gobierno. Que no nos extrañe, pues, por qué se apropian de todo lo que pueden. Llegan reclamando propiedad; salen siendo propietarios de mucho.
Las necesidades son las mismas e ilimitadas, cada vez más precarias y sin planes específicos para resolverlas. Iremos a votar por quien nos parezca “el menos peor” o “el más atinado” entre la oferta que hay.

La pregunta permanente en la mayoría de las conversaciones familiares, entre amigos o en el trabajo es “¿por quién votar”? Mi opinión es que elija a quien tenga los planes, estrategias y visión más aterrizados y realistasen lo que a usted le importa. Lo demás “llegará por añadidura”.