Los temas trascendentales son los mismos: educación, seguridad, infraestructura, desnutrición, ambiente. Usted, al igual que las otras veintidós opciones, prometió mejoras importantes en todas esas áreas, y más.
Al igual que todos sus antecesores en el cargo, seguramente lo absorberá el sistema. No lo podrán evitar, pues está diseñado para hacer mucho sin lograr nada. Un aparato burocrático gigantesco es imposible de manejar. Podemos traer a todos los personajes de los “comics” juntos y ni así logrará cumplir con sus promesas de campaña. Pero, esto ya lo sabía usted antes de asumir el cargo. Al igual que sus antecesores en la era democrática, ofrecieron resolver los grandes problemas nacionales. Desde 1986, cuando asumió Vinicio Cerezo, hasta el día de hoy, uno tras otro, han ofrecido y decepcionado a la población.
Sus antecesores fueron Vinicio Cerezo (1986-1991), quien imprimió dinero hasta el agotamiento, generando una inflación sin precedentes. Le siguió Jorge Serrano Elías (1991-1993), quien se endiosó y dio un autogolpe de Estado. Seguidamente, tuvimos a Gustavo Espina, quien fungió un año. Lo sustituyó Ramiro de León Carpio (1993-1996), quien surge como “bateador emergente” después del caos ocasionado por Serrano Elías.
Llegó Álvaro Arzú (1996-2000) quien, a mi criterio, fue un excelente presidente. Lamentablemente, firmó unos acuerdos de paz, hechos a la medida de la guerrilla. Ese acto trajo incuantificables cantidades de euros y dólares que han servido para financiar conflictos sociales ocasionados por la ex guerrilla y sus descendientes.
Llegó el turno para Alfonso Portillo (2000-2004), quien se desaparecía por temporadas y robó más que los anteriores. Elegimos a Óscar Berger (2004-2008) y luego a Colom (2008-2012), presidente marioneta pues su esposa fue quien dirigió de facto. Le siguió Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti (2,012-2,015), ahora innombrables y en la cárcel. Llegó Jimmy Morales (2016-2020) a dar un poco de esperanza al sacar del país a la nefasta CICIG.
Todos ofrecieron básicamente lo mismo que usted. El día de su investidura en el Teatro Nacional, usted hablará y se comprometerá con nosotros, la población a quien usted se debe, a cumplir con sus ofrecimientos y promesas de campaña. Tres años y medio después, evaluaremos si hubo cambios significativos.
El pronóstico es que no los habrá. Ojalá y esté equivocada pues Guatemala, o sea, todos nosotros, ya no podemos esperar más. En pleno siglo XXI, con tanta tecnología, avances en la ciencia, medicina, educación, etc., demasiados guatemaltecos aún viven en la época del oscurantismo.
Por primera vez en la historia, tenemos veintitrés binomios presidenciales. Hay suficiente oferta, no solo de candidatos sino de ofrecimientos. Los temas trascendentales son los mismos: educación, seguridad, infraestructura, desnutrición, ambiente. Usted, al igual que las otras veintidós opciones, prometió mejoras importantes en todas esas áreas, y más. En enero de 2,028 escucharemos su informe final. Ojalá y no sea un discurso más, con una lista de “logros” en papel pues el resto de nosotros habremos seguido viviendo con la misma problemática de siempre.
