En este capítulo queremos demostrar que las procesiones no solo fueron una influencia española, sino que también los antigua Mayas tenían calzadas de estuco y piedra en Peten, Chiapas, Quintana Roo y otros sitios arqueológicos para transportar a sus elegidos, princesas, Palanquines y deidades de un reino a otro.
La cruz creemos fue el punto de partida para que los Mayas aceptaran a los misioneros católicos que la trasportaban en el momento de su arribo a nuestras tierras.
También se investiga sobre las hermandades que manejan las procesiones, cuáles son sus funciones y su relación con los masones.